viernes, 15 de junio de 2012

Primeros Auxiliares


 El objetivo principal del socorrismo es mantener con vida a la víctima y evitar que se agrave su estado hasta la llegada de la asistencia médica. La atención de un herido se basa en cuatro principios fundamentales: Protección, alerta, examen de la víctima y socorro.

PROTECCIÓN
Consiste en evitar el peligro para la víctima y el socorrista, a fin de que, en la medida de la posible, la situación no se agrave.
 -En los accidentes de carretera hay que pedir a un testigo que regule la circulación, colocar a 150 metros del accidente una señal de peligro (triángulo) y cerrar el contacto del vehículo accidentado para evitar el riesgo de explosión.
 -En las intoxicaciones por gas o por humo, detener su emisión (por ejemplo, cerrar la llave de paso), abrir las ventanas, sacar la victima de la habitación y cerrar la puerta.
 -En las electrocuciones, cortar la corriente eléctrica en el tablero o desenchufar la toma de corriente, antes de tocar al herido.

 ALERTA
 Si en el lugar del accidente están presentes dos personas, una se encargará de socorrer a la víctima y otra de telefonear al servicio de urgencia. Si hay una sola persona, primero protegerá al accidentado y luego pedirá ayuda. Se indicará la naturaleza del accidente (accidente de carretera, mareo, incendio, agotamiento, por ejemplo), las circunstancias, la localización precisa, el teléfono de contacto (si es del domicilio, de una cabina telefónica pública, etc.), el número de heridos y la gravedad aparente de su estado (hemorragia, pérdida del conocimiento).

 EXAMEN
 Lo más importante que hay que hacer es detectar el estado en el que se encuentra el herido o paciente y seguiremos estos pasos:
 -Comprobar el estado de conciencia del herido: ¿responde a las preguntas (nombre, dirección), a órdenes sencillas (abrir los ojos, cerrar la mano) y a estímulos físicos (pellizcarle la cara interna del brazo)?.
 -Evaluar las hemorragias: ¿Presenta una hemorragia abundante?
 -Comprobar la respiración: acercar el oído a los labios del oído y observar los movimientos del pecho y del abdomen.
 -Tomar el pulso en la muñeca o en el cuello (nivel de la carótida). La frecuencia cardiaca media del adulto es de de 50 a 90 latidos por minuto; en los niños menores de un año, es de 120. Hay que tomar el pulso cada tres minutos. Finalizar con un examen rápido para buscar deformaciones óseas aparentes y observar si existe cianosis (coloración violácea o azulada de los labios o las uñas), palidez o sudores. En lo posible, no trasladar al herido para evitar que se agraven las lesiones.

 SOCORRO
 Debe ser rápido si la víctima sufre un paro respiratorio o cardiaco, ya que, a partir de los tres minutos, el cerebro privado de oxigeno puede quedar definitivamente dañado. -Si el herido está consciente: controlar la respiración y el pulso. De ser posible, preguntar a la víctima que siente, pedir ayuda y vigilar al herido mientras se espera la llegada de auxilio.
 -Si la victima está inconsciente, pero respira: colocarla en la posición lateral de seguridad (acostada sobre un lado, con la pierna que queda arriba doblada contra el suelo), para evitar que se asfixie con la lengua y que eventuales vómitos y hemorragias le impidan respirar; quitar todo lo que pueda molestar la respiración (corbata, cinturón), y sacar de la boca lo que pueda obstruirla (arena, vómitos); tapar al herido; controlar la respiración y el pulso mientras se espera ayuda.
-Si la víctima está inconsciente y no respira, pero tiene pulso, aplicar enseguida la respiración boca a boca: quitar todo lo que pueda molestar a la respiración y limpiar la boca; tender la herido boca arriba, encima de una superficie dura; dejar caer suavemente la cabeza hacia atrás y el mentón hacia arriba; después de taparle la nariz, presionándola con los dedos, inspirar profundamente, poner la boca sobre la del herido y soplar profundamente; la elevación inmediata del tórax confirma la eficacia de la ventilación. Incorporarse para inspirar y empezar de nuevo, a un ritmo de 15 insuflaciones por minuto en el adulto y de 20 a 30 en el niño.
 -Si la víctima esta inconsciente, no respira y no tiene pulso, practicar inmediatamente el masaje cardiaco: acostarla boca arriba encima de una superficie dura; empezar con dos insuflaciones boca a boca y después presionar firmemente sobre la mitad inferior del esternón, con las manos puestas sobre otra, a un ritmo de 80 a 100 movimientos por minuto en el adulto (si se trata de un lactante, los masajes se deben hacer con tres dedos y las insuflaciones serán a un ritmo de 120 por minuto); al terminar dos insuflaciones cada 15 presiones si hay un solo socorrista y una insuflación cada 5 presiones si hay dos (uno efectuará la respiración boca a boca y el otro el masaje cardiaco).
 -Si se presenta una hemorragia copiosa: comprimir la herida con la palma de la mano o con un trozo de tela durante al menos cinco minutos y aplicar presión, empleando un vendaje. No deben usarse torniquetes, pues se debe mantener la circulación.

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